Breve desglose semántico sobre Samaritán o de como hacer una película que funcione sin ser ambiciosos.
“el bien y el mal habitan dentro de uno”
Para hablar de esta película empezaremos por decir que si buscan superhéroes, no los hallarán.
Joe (Stallone), cercado por una vida rutinaria, le espera, sin saberlo, una aventura que pegará un giro impensado sobre su identidad. Aunque hasta acá, la historia parece narrar la típica reseña del camino del héroe, lo cierto es que él tomará, a lo largo de la película, algunas definiciones, poco heroicas, cuestionables, propias de antihéroe. Esa ambigüedad se cierne sobre la falta de búsqueda de redención. La cual llegará de la mano de un guía espiritual interpretado por un niño, oportunamente su vecino de enfrente. Que es al mismo tiempo, nexo con el hampa, maestro al interesarlo otra vez por la gente y protegido. Al final de cuentas, se sigue la estructura típica, pero no por eso decepciona.
El villano tampoco tiene las ideas muy claras, es un tipo de la calle, de pandillas, que con un discurso forzadamente revolucionario pretende cebar las masas a que lo sigan a “rebelarse contra la autoridad”. Es bastante común y desalentador seguir viendo en las películas de este orden como al villano se lo emparenta con una suerte de caudillo desinflado que boga por las revoluciones o los estallidos sociales. Pareciera que la disconformidad de la gente sólo puede generar un ídolo negativo que surja para vengar la falta de repartición de riquezas, cuando la búsqueda del revolucionario suele estar motivada por grandes sentimientos de amor al otro, un mundo más justo.
Al fin de cuentas, hasta aquí, la película no nos sorprende demasiado. Pero es llevadera, está bien hecha y gozamos de la presencia de un Stallone mayor que aún así no pierde la rudeza, como tampoco ese toque de hosquedad en su actuación que lo hace único y tanto amamos. Diálogos cortos y pasos achacados construyen a un personaje sumamente complejo y armado. Psicológicamente el perfil de Joe está tan bien pensado que el tipo repara cosas para saldar cuentas con su pasado, dice que le resulta terapéutico.
(Spoiler alert) Si bien sobre el final nos enteramos que él no es el Samaritán, sino Némesis, su hermano y archi enemigo, eso no modifica la génesis profunda de la trama, a penas es un cimbronazo soportable para su “amigo” el little kid y un poco más difícil de asumir para el referente pandillero que busca revivir su imagen y lo que él creía su lucha.
“lo que elijes, tiene impacto” (le dice la madre al niño)
La película da cuenta de la gran pelea universal, la pelea entre el bien y el mal, sin embargo, tanto en diálogos. como en acciones, “esos grises” que suelen desdibujarse en películas de héroe/villano, donde los personajes son tan Dickens que duele, aquí aparecen con otro enfoque, más anclado sobre cada elección.
Es un interesante cierre para dejarnos cavilando sobre este binarismo bastante injusto donde sólo se puede ser una cosa o la otra. Sobre todo, para repensarnos a través de las segundas oportunidades, o las que estemos dispuestos a tomar para ser útil y mejores.
Un final que, además de lo antes dicho, nos pone ante la pregunta de si habitar un mundo lleno de ciudades cada vez más sumidas en la miseria, el abandono, la desesperación, la pobreza, requiere la necesidad de un héroe. Pues bien, la respuesta la da el niño frente a las cámaras de tv, quizá no necesitamos héroes, pero si la existencia de estos nos renuevan las esperanzas de un mundo mejor. Y la esperanza, la esperanza si es necesaria para las sociedades del mundo.
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